¿Crees en ti?

Las creencias son los filtros predispuestos, organizados, de nuestra percepción del mundo. Las creencias son como los gobernadores del cerebro, coherentemente juzgamos cierta una cosa, es como si transmitiéramos al cerebro una orden acerca de cómo debe representarse lo que sucede.

Utilizadas apropiadamente, las creencias pueden ser la fuerza más poderosa para liberarnos. Pero también, por el contrario, las creencias que ponen límites a nuestras acciones y pensamientos pueden ser tan devastadoras como negativas.

Las creencias son la brújula y los mapas que nos guían hacia nuestros objetivos y nos inspiran la confianza en que sabremos alcanzarlos. A falta de ellas o de la esperanza de construirlas, los seres humanos llegan a verse totalmente desamparados, como barcas sin motor ni timón. En cambio, con unas creencias firmes que sirvan de guía, uno se ve capaz de emprender la acción y de dar forma al mundo en que desea vivir. La fe ayuda a ver lo que uno quiere y confiere energías que ayudan a obtenerlo.

En realidad, ninguna otra fuerza rectora del comportamiento humano resulta tan poderosa. La historia de la humanidad es, en esencia, la historia de las creencias humanas.

Los individuos que han dejado huella en la historia son los que cambiaron nuestras creencias. Para modificar nuestro comportamiento hemos de empezar por nuestras propias creencias. Si deseamos modelar la excelencia, tendremos que aprender a modelar las creencias de quienes la alcanzaron.

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