Por Sergio Valdivia C.
Antes que te conociera disfrutaba del aroma de las rosas,
una nube de olor que me hacía flotar hacia las nubes.
Nubes blancas en un cielo azul celeste,
refrescante luminosidad que alegraba mi alma.
Antes de conocerte mis pies se sumergían en el prado de verde intenso,
alfombra mágica que me elevaba también por los cielos.
Sonreía a la gente que pareciera alegrarse de mi felicidad.
Sentía que la vida tenía sentido.
Cuando te conocí y me amaste,
las rosas multiplicaron sus efluvios estimulantes,
las nubes rodearon mi alma, la renovaron y la rejuvenecieron.
Creí más en la vida, más en el amor, más en la gente.
Mis pies encendieron de pasión mi cuerpo al pisar un prado más verde,
una alfombra viva y radiante que me transportó a otras dimensiones.
La vida se iluminó de amor y felicidad aún más intensos.
Los colores se hicieron fuertes y brillantes… cuando me amaste.
Después que comenzaste a dejar de amarme como antes,
las rosas ya no huelen igual, las nubes pierden su magia.
El prado se transforma en hierba y la gente ya no me sonríe.
Me cuesta darle sentido a la vida.
Después que te conociera, aún hay luz de esperanza
que en algún momento, en algún lugar,
nuevamente las rosas me enviarán su aroma,
nuevamente las nubes me envolverán,
nuevamente mi alma se iluminará.
Mis pies recorrerán nuevos prados vivientes.
Una nueva alfombra mágica me llevará a otras dimensiones.
En algún lugar, en algún tiempo, nuevamente alguien me amará..
Algún día, después que me amaste. Antes que te conociera.
