Agradecer

Afuera llueve el agua vivificadora y renovadora de la naturaleza. Adentro, crepita la leña en la chimenea mostrando lenguas de fuego de verdad. La energía de la leña es hermosa. Un chocolate caliente acompaña un instante mágico. Agradezco otro día de haber vivido, de ser feliz, de tener paz y serenidad.

Entrego enseñanzas y palabras de esperanza donde puedo, como una manera de retribuir a tantos amigos bellos que he tenido en mi existencia, a tantos momentos maravillosos compartidos.

Mi felicidad no es plena. Tiene que ser compartida para que se eleve. Y no me olvido, no me olvidaré y espero que tú tampoco, que hay personas que están pasando frío, que no tienen con qué entibiarse. Para muchos, la lluvia no tiene romanticismo porque se llueve el rancho donde habitan. Y son tiempos de una sociedad injusta donde muchos ni siquiera tienen dinero para comprar algún plástico para cubrir el techo y evitar que sus camas se humedezcan. No tienen una taza con chocolate, quizá con un tecito.

No, no me olvido. ¿Qué estoy haciendo para apoyarles? ¿Qué estás haciendo tú?

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