Creer intensamente en un objetivo, visualizarlo todos los días, tenerlo siempre presente, casi siempre conduce a obtenerlo. No obstante, hay que formularlo bien para evitar respuestas inesperadas. Vea la siguiente historia.
Érase una vez un enorme pez llamado Pepe. Pepe era el pez más grande del estanque, pero quería ser todavía más grande. Día y noche se obsesionaba con esta idea.
Por eso le llamó mucho la atención una enorme mosca, más grande que todas las demás. Y no descansó hasta que logró atraparla para comérsela. Justo antes que se la tragara, la mosca rogó e imploró piedad. Le prometió a Pepe que si salvaba su vida ella le concedería un deseo mágico.
Pepe dudó y vaciló al principio, pero era tanto su deseo de ser un pez todavía mucho más grande y como sabía que una planta nuclear vertía sus deshechos en el estanque, pensó que a lo mejor la mosca no mentía. Tenía hambre, pero lo que más quería en el mundo era ser un pez enorme.
Así que finalmente decidió aceptar la oferta. La enorme mosca le dijo a Pepe que tenía que pronunciar su deseo, en términos positivos e imperativos tal como lo enseñaba Sergio Valdivia.
Pepe dijo: Quiero ser muy grande, realmente enorme. Quiero ser el pez más grande que jamás haya existido en la Tierra». Pero la enorme mosca le dijo que era un deseo muy tonto.
Pepe irritado le dijo ¿Concedes los deseos o no? Porque si no te como ahora mismo. Así que la enorme mosca levantó sus patas delanteras mientras se concentraba y decía «¡adeikalam!».
Ya está. Y Pepe comenzó a crecer. Creció, creció y creció hasta que era tan grande que ni siquiera cabía en el estanque. Pepe desesperado se revolcó tratando de tragar agua, pero se encalló y después de una agonía de varios minutos, murió.
La gente comenzó a acumularse en la carretera que pasaba junto al estanque sorprendidas de ver tan grande pez.
El alcalde llamó a una reunión del pueblo para decidir que hacer con ese pez. Unos creían que Dios se los había enviado debido a unos ruegos que habían hecho. Otros pensaban que era un pez extraterrestre. Después de muchas discusiones, decidieron hacer un gigantesco asado para el pueblo. Y todos disfrutaron de una tarde de maravillas comiéndose al pescado.
Sergio Valdivia Correa
Publicado por primera vez el 7 de julio de 1999 en revista “Ser Feliz”.