¿Quieres que las flores no sean como son?

La Creación comenzó con una decisión de Dios o con el Big Bang que dio origen a todas las galaxias. O ambos acontecimientos quizás. No podemos comprobarlo ni lo vimos ni lo veremos. Pero lo que sí podemos apreciar es la multiplicidad de formas en que el origen de todo ha manifestado esta Creación.

La naturaleza es exuberante y abundante. Observemos tan sólo las flores y apreciaremos una enorme variedad de formas, colores o aromas. Contemplar el campo o un jardín lleno de flores es una experiencia hermosa para quien todavía sabe apreciarlos. Es bello a la vista gracias a su enorme variedad. No sería lo mismo si todo fuera del mismo color y la misma forma.

Cuando contemplamos una flor y disfrutamos de su belleza, no estamos pensando que debería mejor ser de otro color, o que debería tener sus pétalos de otra forma o tamaño. Simplemente la disfrutamos tal como es.

La Creación se diversificó en múltiples formas de vida, incluida la especie humana. Somos los únicos seres de este planeta que hemos sido favorecidos o bendecidos con la capacidad de reflexionar, meditar, imaginar y proyectarnos. Mi perrito, con todo lo inteligente que lo encuentro, no es capaz de sentarse a disfrutar de las flores y menos a reflexionar sobre su armonía y belleza. Nosotros sí podemos, aunque quizás la mayoría de los humanos pase también por la naturaleza con una actitud más indiferente que mi mascota.

Es una belleza también que los seres humanos seamos todos distintos. ¡Qué aburrido sería estar con los demás si todos fueran iguales, pensaran lo mismo y tuvieran los mismos objetivos en su vida!

La capacidad de reflexionar, exclusiva de nuestra especie, le juega a algunos ciertas malas pasadas. Por ejemplo, si bien no se les ocurriría quejarse con la flor porque es de tal color o forma, sí pretenden muchos que los demás sean como ellos quieren que sean. No los aceptan como son, sino que quieren que piensen de otra forma, que se comporten de distinta manera o que tengan otras metas en sus vidas. Aunque es razonable guiar o corregir a quien atente contra la libertad y la vida de los demás, no lo es cuando se pretende dirigir la vida del otro conforme a nuestra propia conveniencia. ¿Por qué respetar y aceptar más las flores que a nuestros semejantes?

Estarás más feliz cuando aceptes a los demás y cuando disfrute la particular belleza de cada uno. Agradece que somos diferentes, pues esto enriquece nuestro desarrollo, nos permite aprender, ampliar nuestros conceptos e ideas, tener más oportunidades y disponer de más alternativas. ¡Es más lindo contemplar un jardín multicolor que tener todas las flores iguales!

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