Conocerse verdaderamente a sí mismo es un paso importante si se quiere tomar decisiones respecto al rumbo que se quiere tener en la vida. Saber las fortalezas y las debilidades personales permiten superar los defectos, corregir comportamientos y aprovechar los talentos. Todo esto conduce a una vida más feliz.
Sin embargo, no es fácil conocerse a sí mismo porque el observador confunde su ser esencial con las emociones y pensamientos que llenan su personalidad, que van y vienen cada día, pero que no pertenecen a su yo, son temporales y un día están y otro no. Puedes cambiar de emociones, de pensamientos e incluso de religión e ideales, y sin embargo, sigues siendo tú.
Es difícil saber quien se es, a no ser que se empiece por meditar y observar lo que no se es. Tú no eres tu personalidad, la que fue adquirida y desarrollada durante la vida, no eres las emociones, ni los pensamientos, no eres tu profesión o tu actividad. Cuando logres decirle a tu personalidad: ―¿Por qué no te callas?, y la dejes en silencio aunque sea unos instantes, comenzarás a percibir tu yo, tu ser esencial, algo indefinible, pero que es lo que da origen a tu vida. Si hay emociones y pensamientos que no son positivos ni constructivos, los puedes cambiar, porque no son tú, son solamente adquiridos. ¡Puedes devolverlos por inservibles y reemplazarlos por otros!