Me queda poco tiempo para compartir este conocimiento. Así que me apresuro a escribirlo para dejar la experiencia como tema de estudio de los científicos.
En el inmenso universo existen los llamados “agujeros negros” que son centros de gravedad enormes debido a la concentración de masa que tienen. Su fuerza es tal que atrapan y atraen todo lo que está en sus cercanías. Son capaces de tragarse estrellas y galaxias completas. Se llaman negros porque no se pueden percibir, ya que también atrapan la luz. Son pura gravedad, así que podemos presumir que la fuerza de atracción ha de ser enorme e inimaginable para nosotros.
Pienso que hay personas que tienen una enorme fuerza de gravedad. ¿Acaso una persona egoísta no tiene una poderosa fuerza de atracción a su ego? Esta energía no está catalogada junto a las otras, pero me parece de un enorme poder. A una persona así poco le importan los demás. Todo lo percibe conforme a sus intereses y a sus necesidades, que deben ser satisfechas no importa a qué precio. Piensan esencialmente sólo en sí mismas. Es una fuerza poderosa, quizá tanto como la de la gravedad. Tal vez sea una expresión de la fuerza de gravedad universal .
Hay muchos humanos egoístas, indiferentes al sufrimiento ajeno. Indolentes ante las injusticias. Viven metidos en una burbuja. Mucha gente incapaz de amar, salvo a sí misma. Miles de niños mueren cada día por el hambre o las guerras. No tienen por qué morir, pero la humanidad lo permite. Miles de ancianos abandonados. Miles de refugiados migran huyendo de las zonas de conflictos, la mayoría ante la indiferencia o la discriminación de quienes son de regiones distintas. Cientos de miles de personas mueren por conflictos de origen religioso. Miles de animales sufren por maltrato o abandono humano.
Todas estas situaciones parecen lejanas. Quizá sea necesario así para poder seguir viviendo. Esto hace que a veces se sufra más por causa de las personas cercanas, aunque su centro de gravedad no sea tan fuerte como el de otros más lejanos físicamente hablando.
El egoísmo, la indiferencia, la falta de amor, la vanidad, el sentido de superioridad, la ingratitud, la agresividad, la violencia… parecen una especie de agujero negro que se traga la energía de quien lo tiene y de quienes se acercan.
Hace un tiempo he sentido lo que es un agujero negro. Ahora para mí ya no es teoría, sino que realidad. Lo descubrí dentro de mí y por eso sé que tiene sentimiento. Sí, esto debe ser porque el universo entero debe sentir y pensar. Como nosotros somos parte del universo, tenemos también vida mental y vida afectiva. Los científicos no se pronuncian sobre esto porque su campo de acción es otro.
Quizá todos tenemos siempre un agujero negro. Debe ser como esas bacterias que están toda la vida en nuestro organismo y que no nos dañan en la medida que nuestros mecanismos de defensa mantienen a raya su población. Pero cuando el cuerpo se debilita, se reproducen de manera desmedida, causando enfermedades y hasta la muerte.
Creo que es así, porque a mí hace un tiempo se me manifestó un agujero negro. Creo que siempre estuvo ahí. Está ubicado poco más arriba del ombligo, entre la zona del corazón y el abdomen. Se identifica porque se siente una profunda tristeza al no saber sintonizar quizá con el resto del mundo, quizá por sentir que no se pertenece a ninguna parte ni nada te pertenece. Quizá se manifiesta por la ingratitud o por la falta de amor. ¿O tal vez es la inadaptación de un ser que realmente es de otra galaxia y que equivocadamente su espíritu cayó en la Tierra?
Siento allí una profundidad enorme donde se va la energía, los pensamientos y los afectos, devorados como por un monstruo de leyenda.
Sé que es de una fuerza poderosa capaz de tragarse todo, incluso la luz. Por esto quiero dejar testimonio de su existencia ahora. Siento que me va destruyendo rápidamente. Llegará el día en que se absorba a sí mismo. Ahí se acabará el agujero negro, se acabará la tristeza y se terminará todo. Lo único que siento es que no podré contarlo, porque, claro, ya no existiré. Inevitablemente, esta es una historia que quedará incompleta. Como escritor, no deja de ser frustrante.