—¡ESO NO ES CIENTÍFICO!
—¿Y qué?
Mi primera formación universitaria transcurrió en una carrera netamente científica. Aprendí a valorar el método científico y a apreciar que el desarrollo importante de la humanidad es gracias a la ciencia. Evidente para todo estudiante de enseñanza superior y para todo profesional.
Sin embargo, en el transcurso de los años y, justamente por la lectura de grandes científicos, quienes no sólo trabajan en ciencia, sino que investigan, fui aprendiendo que no todo es explicado por la ciencia. Más aún, que la realidad física que nosotros percibimos y en la cual hacemos ciencia proviene de otra dimensión (a falta de otro nombre mejor) que va más allá de lo físico. Tanto en el micro universo (partículas) como en el macro universo (cúmulos de galaxias), la ciencia no puede aplicarse como se hace en la vida cotidiana.
Además, nuestros sentidos son limitados y nuestra mente funciona en base a sesgos que distorsionan la realidad en cada uno de nosotros y de manera diferente.
Hay muchos acontecimientos en la vida que no están todavía explicados por la ciencia, o que constituyen anomalías. Más aún en lo que se refiere a nuestra mente y sus procesos. La mente sigue muy desconocida para la humanidad aún y las teorías científicas al respecto siguen siendo muy relativas. El estudio de la mente se hace dentro de otra mente con sus sesgos y limitaciones. Referirse a que los estudios sobre la mente son científicos, o sea objetivos, parece una contradicción. Lo subjetivo no se puede observar objetivamente a sí mismo.
La ciencia constituye una muy buena orientación para juzgar convenientemente los procesos, sin embargo, no lo es todo. Ni explica, ni puede hacerlo, el origen de la vida.