Tengo mis discrepancias con este Día Internacional de la Mujer, tal cual se celebra mayoritariamente.
Creo que todos los días hay que ser atentos y considerados con las mujeres y también con los hombres. Si estuviera en mí dedicar un día a la mujer, lo centraría en educar a todas las personas, desde niños a ancianos, a jamás ser violentos con una mujer, ni psicológica ni físicamente. Que nunca un hombre haga uso de su mayor fuerza física o económica para abusar e imponer sus ideas. Educar a las mujeres que jamás acepten un amigo o novio que no la respete. Que no acepten la más mínima agresión, porque muchas veces tras muchas súplicas y perdones, se vuelve a lo mismo y peor. Que cada mujer aprenda a respetarse y hacerse respetar.
Le diría a cada mujer que nació inteligente y capaz de afrontar cualquier dificultad y que no acepte que un hombre le diga que no es capaz o que es una tonta o una inútil. ¡Nunca! Que no se trata que su marido le ayude a hacer algo, sino que compartan, que no es que le hagan un favor porque le secan los platos.
Abriría debates para que los empresarios les paguen a las mujeres los mismos sueldos que a los hombres en igualdad de capacidades y responsabilidades.
En fin, soñé todo esto y de pronto desperté. Y volví a la realidad en que el mayor homenaje a la mujer es traerle chocolates o algún vestido de moda.
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