Para mí el amor es querer lo mejor para la persona amada, cualquiera sea la relación que se tenga con ella. Y tratándose de una persona diferente a sí mismo, necesariamente tiene una vida distinta. Una historia, sentimientos, visión de la realidad, motivaciones, proyecciones que pueden parecerse a las mías, pero que nunca van a ser iguales. Cada cual tiene su camino que recorrer y aprendizajes diferentes que realizar. No sólo el pasado es diferente, también lo será el futuro para cada uno.
De tal modo que el concepto de un amor en que hay una relación armoniosa y perfecta con el ser amado (la media naranja), me parece una ilusión y una irrealidad. Tal vez por esta razón muchas parejas duran tan poco tiempo y rompen sus lazos con facilidad y, muchas veces, con animosidad. En la época actual, en que es tan fácil separarse, las relaciones son muy líquidas y son fácilmente acabadas.
Tener una relación afectiva con amor implica necesariamente diferencias, conflictos, alegrías y sufrimientos, malos entendidos, errores, desilusiones e ilusiones. Solamente quienes puedan superar estas dificultades y tormentas podrán permanecer juntos más tiempo. La felicidad no es un continuo, sino que es un superar obstáculos. Las rosas tienen espinas que, curiosamente, les sirven de protección.
Si las personas no son capaces de perdonarse y perdonar, si no pueden olvidar y superarse, no llegarán lejos en una relación. Sería como el capitán de una nave que abandona apenas haya muchas tormentas.
Generalmente, ante las situaciones críticas, se opta por lo más cómodo, huir y buscar la soledad. Sin embargo, esto significa no enfrentar los desafíos, no aprender y, peor aún, anular una condición esencial del ser humano: el estar y ser feliz con el otro.
Si se busca la perfección, necesariamente se sufrirá porque no solamente el otro no es un ser todo virtud, sino que también porque el sujeto que ama tampoco lo es.
De allí que es valioso descubrir que no hay amores perfectos, así como no hay un clima atmosférico perfecto. La vida es así, cambios, altos y bajos. Y es sorprendente descubrir que se es feliz porque se tiene a quien amar y no tanto porque se es amado.
Si puedes amar a alguien sin esperar que sea tu reflejo ideal, entonces tienes más probabilidad de ser feliz y compartir tu vida, tus penas y tus alegrías.