Cada día es una oportunidad para renacer. Me lo enseñó un maestro muy luminoso y radiante. Nunca perdió la esperanza. Siempre perseveró y se sobrepuso a tempestades. Siempre mantuvo su rumbo, en días claros y luminosos como en días oscuros y brumosos.
Le dio a millones de humanos la creencia que hay otra oportunidad. Que la oscuridad se disipa siempre y que si queremos y aprendemos, construiremos un futuro mejor para cada uno de nosotros. Nos enseñó que cada día podemos aprender a amar. Cada día es una oportunidad para perdonar y perdonarse.
Este sabio maestro espiritual era mortal, tal como las decenas de maestros espirituales que hay repartidos en el mundo (no son muchos). Pero este educador era tan sabio, que cuando murió, hace ya tantos, tantos años que nadie recuerda, Dios decidió que debería de alguna manera estar siempre presente para los hombres.
Entonces Dios dijo para nuestro sistema planetario, «Hágase la Luz». Y así, este noble maestro fue convertido en el Sol que cada día nos da otra oportunidad de renacer y comenzar una nueva vida.