En nuestra cultura hay que señalar a los griegos como los inventores de la amistad, que la llamaban filía. Cultivaron la sintonización de las almas en una misma estética, en unos mismos sentimientos, en una misma cultura. En un principio se entendió por filía el sentimiento de apoyo mutuo que unía a los compañeros de armas.
La amistad entre Aquiles y Patroclo es la primera que nos ofrecen las letras griegas. Era casi un acto de defensa y de supervivencia. La intensidad de esos sentimientos era pareja a la necesidad que los impulsaba: en ellos estaban la vida y la muerte. El llanto de Aquiles por su amigo Patroclo es conmovedor. De ahí pasó la amistad a los compañeros de estudios y de juergas. Los filósofos fueron fervientes promotores de esta forma de relación humana.
Para Platón en ella estaba el principio del valor, de la valentía y de todas las virtudes, incluidas las necesarias para la convivencia cívica.
Mis amigos están y estarán siempre en mi alma. Almas cercanas aunque a veces haya grandes distancias físicas y temporales. Parece que el espacio y el tiempo son una ilusión fantasmagórica que oculta la eternidad de nuestra existencia.
Nota:
En la mitología griega, Patroclo es uno de los héroes griegos de la guerra de Troya, descrita principalmente en la Ilíada. En el recuadro, Aquiles venda a Patrocolo herido representado en una vasija de cerámica, llamada “cílica”, semejante a un cáliz y usada para beber vino. Es poco profunda y con un pie. En su base interior se decoraban con escenas generalmente mitológicas que no se hacían visibles hasta que se bebiera todo el contenido de la copa.
En memoria de «Tito» Barrera.
