1955

1955

Dejando mi triciclo (el chupete lo dejé antes) y el día en que mis gatos estuvieron de fiesta.

Nos mudamos, una vez más, desde calle Pedro Marín (una acogedora cuadra entre Avenida Pedro de Valdivia y calle Villaseca) al cuarto piso de un moderno edificio ubicado en Diagonal Oriente 1948 al llegar a Pedro de Valdivia. Diagonal Oriente tiene una pequeña entrada, una calle sin salida, que sigue llamándose igual.

👈Foto: Pedro Marín esquina Villaseca, comuna de Ñuñoa en 2022.

Foto: Diagonal Oriente 1948, cuarto piso, en el año 2015.
Lo único que queda de la época en que hablo es la casona roja al final del pasaje. No existía ningún edificio alrededor, solo casas.
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Este piso es el último del edificio y está rodeado completamente por una terraza que forma parte del departamento. Es emocionante estar aquí, porque es un departamento amoblado. Recorrer muebles nuevos y diferentes me llama mucho la atención, sobre todo porque los anteriores eran bien antiguos.

No tengo dormitorio. Debo dormir en un sofá cama, pero para mí es novedoso y atractivo.

Varias veces y varios días he tenido que quedarme completamente solo. Me enseñaron a comer de la gran novedad del momento, las sopas Knorr y Maggie en sobre de procedencia Suiza, traídas directamente desde el Puerto Libre de Arica o de contrabando desde Mendoza, Argentina. No existen en el comercio de Santiago y al departamento han venido personas a la exhibición del contrabando y a comprarlas, entre otros muchos objetos.

Aprendí también a freír huevos y hacerme bistecs. Un día que fui a la carnicería, recuerdo haber pedido un octavo kilo de carne (según las instrucciones que me dieron para comer estando solo). Uno de los dependientes tiró la broma: ¡¿Un octavo?! ¿Estás organizando una fiesta para los gatos en tu casa? Todos ahí estallaron en carcajadas.

El conchito

Desde pequeño cuando hay visitas en la casa, mi abuela me llama y me muestra como su «conchito», que me quiere tanto. Después de un rato me manda jugar a otra parte.

Y este último tiempo le gusta llamarme para que haga demostraciones de cálculos matemáticos. Tengo una gran habilidad para realizar sumas, restas, multiplicaciones de varias cifras y todo mentalmente. También escribo poesías y me hacen leerlas. O también me piden que toque algo al piano.

Pero apenas se van las visitas me tiran lejos y dejo de existir para ella. Ahora me doy cuenta de como me utilizan y decido no hacerlo nunca más. Pasarán muchos años antes que haga alguna demostración de algo. Dejo el piano. Y también, dejo de escribir y tendrán que pasar muchos años para que vuelva a hacerlo.

Descubro un tesoro que me abre el mundo

Nunca nadie en mi casa me dijo alguna vez que leyera. Nunca me han ayudado en alguna traea o deber escolar, ni siquiera me han preguntado qué actividades escolares hago o no hago. No hay ningún incentivo exterior para la lectura. Nadie lo hace, excepto leer el periódico. Sin embargo, ¡tuve mucha suerte! Hay algunos libros sorprendentes en el departamento. Los dejaron los arrendadores. La colección del «Tesoro de la Juventud«, una enciclopedia de varios tomos. Los leo una y otra vez. Aprendo de muchos temas. Y pasé muchos días leyendo. Me los aprendo de memoria.

Cada tomo de los dieciocho o veinte de los que se compone “El Tesoro de la Juventud” tiene unas trescientas páginas. Se divide en secciones:

 La Historia de la Tierra
· El libro de España
· El Libro de nuestra Vida
· Cosas que Debemos Saber
· El libro de los “Por Qué”
· Hombres y Mujeres célebres
· Los Dos Grandes Reinos de la Naturaleza
· Los Países y sus costumbres
· Historia de los Libros Célebres
· Juegos y Pasatiempos
· El libro de la Poesía
· El Libro de los Hechos Heroicos
· Lecciones Recreativas
· El Libro de las Narraciones Interesantes

Y han dejado otra colección de libros de gruesas tapas rojas con los textos de obras de teatro. No sólo los leo, sino que los dramatizo. Represento cada personaje con sus actitudes y sus voces. Pienso que algún día aprendería teatro y presentaría alguna obra. Así es.

Más adelante, investigo y aprendo que la colección de varios tomos fue impresa en Barcelona, España, en 1929.

Practico expresión oral y corporal, articulación y modulación. Todo esto me sirve mucho para hacer más adelante mis grabaciones para el crecimiento personal y para ser durante veinte años un comunicador radial. También me sirve este entrenamiento para las conferencias que daré y los vídeos que filmaré.

Me entretengo mucho con un viejo y chico triciclo rojo en dar vueltas a la terraza. Mis últimas vueltas con él. Suelo colocar en su manubrio un cartón que he dibujado a semejanza de los que ponen las micros (colectivos) que conozco. La Bernardo O’Higgins 10 con letrero de color rojo (que pasa por Manuel Montt), la 2 que pasa por Pedro de Valdivia (letrero color blanco), la 8 (de color azul) que pasa por Diego de Almagro. El triciclo, claro, ya es una antigüedad. Apenas me subo a él para entretenerme en dar una vuelta en la terraza. Todavía no tengo bicicleta.

No hay otros edificios más altos que este y gracias a la atmósfera pura de Santiago puedo divisar desde el atardecer, a lo lejos, hacia el poniente, unas luces. Particularmente una de ellas que cambia de rojo a amarillo o verde cada cierto tiempo. Me han explicado que se trata del Aeropuerto Internacional “Los Cerrillos”. He preguntado si puedo ir, pero no hay caso. Me explican que está lejos. Así pues, me entretengo dando vueltas (al oriente puedo ver la Cordillera de los Andes, tan cerca y hermosa). Cuando en el atardecer veo las luces, entonces me detengo cuando hay luz roja. ¡Sí pues, siempre he sido respetuoso con las reglas del tránsito! (A veces escucho decir a la gente que hay mucho «tráfico». Deben decir mucho tránsito. Los vehículos transitan, no trafican). Por ahora, son pocos los que transitan y la atmósfera es bastante transparente.

De todas maneras, decido que pronto iré a visitar el aeropuerto Los Cerrillos. Yo solo no más. Así lo haré.

En una avenida cercana a la casa vamos con mi primo hermano Patricio a subirnos a un vehículo gigante que va lentamente instalando el cableado para la conexión de los «troles» con sus plumas tomacorrientes. No hacemos esto tan peligroso de la foto, sino que tiene un espacio para sentarse atrás.

No sé como fue que los operarios nos dejan subirnos. Disfrutamos felices de ese lento paseo. Aprendemos a disfrutar con lo simple.

Chevrolet 1955. Este estilo de vehículos es altamente apreciado. Y muy pocos pueden darse el gusto de tener uno.
Av. Irarrázaval, a pocas cuadras de mi casa. La cordillera de Los Andes es visible en toda la ciudad.
Calles San Antonio y Merced en Santiago de Chile.

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