Es muy fácil crear frases que parecen ganadoras en una campaña de reivindicación social y sumarse a la idea para obtener votos. Una de ellas es “educación gratis”. Sin embargo, ojalá las autoridades del país se mantengan firme en lo que es una convicción para todos los especialistas: una educación gratis para todos es regresiva porque redistribuye dineros desde los más pobres hacia los grupos de mayores recursos. Esto es válido para todos los niveles del sistema educacional.
Para financiar un sistema universalmente gratis se necesitan recursos fiscales que tienen muchos otros usos, como por ejemplo mejorar el nivel de vida de quienes aún están en la pobreza o viven en campamentos. Y parte importante de estos recursos irían a beneficiar a las familias de mayores ingresos que pueden pagar la colegiatura de sus hijos.
A veces se argumente que la educación gratuita se puede financiar con mayores impuestos a las grandes empresas. Pero eso significaría menor inversión y menores empleos, lo que afectaría directamente a las familias de menos recursos. Y además, la situación es igualmente regresiva porque esos ingresos fiscales dejarían de ocuparse para traspasarlos a quienes más los necesitan.
Es importante apoyar a quienes tienen menos ingresos para que puedan pagar una buena educación. Sin embargo, esto no debe quedar solamente en solucionar la parte económica. El asunto principal es que la educación puede ser de muy mala calidad a todos los niveles. Y que fuera completamente gratis no la haría mejor. Al contrario, es muy posible que terminemos con un sistema más caro, desde el punto de vista social, e igualmente malo.