El orgullo, la vanidad y otras emociones inadecuadas hacen que muchas personas no reconozcan sus errores. Y muchas veces, simplemente es que no los ven, porque la mente, por algún mecanismo de defensa, filtra la realidad para no percibir lo que no coincide con la visión que en algún momento se tiene de sí. Se buscan justificaciones y validaciones, anulando las experiencias que puedan revelar la verdad.
A veces, en épocas de crisis la personalidad de pronto se rompe como un cántaro de greda. En esas circunstancias podría mostrar los errores cometidos y, en algunas personas, hasta provocar un reconocimiento de lo obrado mal. Y sin sentirse culpable, pero sí responsable, se está en condiciones de pedir disculpas y enmendar algunos caminos de su vida.
Puede ser una experiencia muy liberadora. Descubres que hay cadenas fijadas por la propia personalidad que se rompen. Te llenas de luz que ilumina tu nuevo destino, un camino mucho mejor que el anterior recorrido.
Lamentablemente, muchos morirán con el orgullo intacto perdiéndose la oportunidad de haber vivido en paz con su consciencia.
Cántaro roto
Por Eduardo Gatti
Si creyera un poquito en tus ojos divinos
estoy seguro que todo sería distinto
si cayeran cortinas para escuchar tu instinto
si abrirían las ventanas para oír tu cantar
Si cayera el orgullo como arena al molino
si callara el astuto por un rato siquiera
si la tierra se oyera en la noche estrellada
hasta los animales cantarían en sueños
Si tu cántaro roto se trocara en cascada
el preciso momento de un error entendido
que la luz te mostrara el perfecto designio
encerrada hace tiempo en el centro del sol
Cielo azul o marchito por el gris de la lluvia
nubarrones de negro vestidos de gala
festejando el banquete de la prehistoria
con sus truenos de apoyo al poeta perdido.