
Desde que aprendí a leer me convertí en un lector ávido. Miles de libros comenzaron a incorporarse a mi mente mediante lectura reflexiva desde la niñez hasta estos días.
Por esta razón pude darme cuenta de la enorme cantidad de información falsa que la gente en general asimila sin mayor reflexión. Desde temprana edad me interesó derribar mitos y desinformaciones. Esto me ha traído siempre muchas críticas de la gente que cree saber porque leyó tal o cual cosa en alguna parte.
Con el tiempo se ha ido revelando a la opinión pública estas falsedades. A veces ha tomado décadas para que las personas finalmente se instruyan.
A comienzos de este siglo enseñé a mis estudiantes sobre la falsedad de las llamadas “calaveras aztecas”. Muchos no me creyeron porque incluso había películas y “documentales” famosos sobre este tema.
Sigo como siempre en mis enseñanzas entregando la verdad y los conocimientos más avanzados, especialmente aquellos que son aplicables a mejorar la calidad de vida.
Sí, porque no hay muchas verdades, no hay ni tu verdad ni la mía. La verdad es exactamente “la verdad”. Única.
Para encontrar calaveres hay que viajar a Belice (por entonces Honduras Británica ), y hacer un viaje en el tiempo, concretamente al año 1924 con Anna y con su padre el aventurero británico Frederick Albert Mitchell-Hedges para iniciar una expedición arqueológica. Será en la zona selvática de Punta Gorda dónde estos especialistas en cultura Maya empiecen a escavar. Darán con un complejo arquitectónico llamado “la ciudad de las piedras”, dónde tras excavar varios días, la joven Anna descubriría uno de los misterios más intrigantes de la historia, una de los trece cráneos de cristal repartidas por el mundo, unos objetos rodeados de misterios y numerosas leyendas, que inspiraron para la película de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2009).
La verdad
El llamado cráneo de cristal «azteca» del Museo parisino del Quai Branly no es una pieza precolombina sino que data del siglo XIX, informaron hoy expertos del Centro de Investigación y Restauración de los Museos de Francia.
Hace años que había dudas sobre el origen azteca de la pieza, de cuarzo límpido, de 11 centímetros de alto y 2,5 kilogramos de peso.
El examen del cráneo con un acelerador de partículas, rayos ultravioletas y detector de humedad en profundidad realizado por los expertos del citado centro, ubicado en el Louvre, ha aportado la prueba de que es una creación de la última parte del siglo XIX.
Las ranuras y perforaciones revelan que se utilizaron fresadoras de joyería y otros instrumentos modernos, indicó el director adjunto del patrimonio y colecciones del Museo del Quai Branly, Yves Le Fur.
«Nunca se encuentra semejante precisión técnica en el arte precolombino, en el que el empleo del cristal es muy raro, por cierto», sentenció Le Fur en el diario «Le Figaro».
Las investigaciones han permitido precisar que el cráneo del Quai Branly fue fabricado entre 1867 y 1886 por artesanos de IdarOberstein, en el sur de Alemania, con cuarzo de los Alpes.
Se cree que inicialmente debió de servir de base decorativa a un relicario cruciforme, al estilo barroco que estaba entonces de moda.