Estamos en un momento de la historia en que hemos pasado de la era del consumo al hiperconsumo. Tenemos hipertrofía consumista. Consumismo ya no sólo de objetos de toda clase, sino de experiencias, de emociones incluso de sensibilidad y de sensaciones. Vamos a la búsqueda insaciable de experiencias. Y cuanto más buscamos más deseamos. Y cuanto más deseamos mayor insatisfacción sembramos.
El filosófo francés Jean Baudrillard le llama a todo ésto «la pérdida de lo real». No sólo es que estemos confusos por el exceso de objetos, experiencias y sensaciones consumidas sino porque precisamente no tenemos ni idea de hacia dónde vamos. Hemos perdido el propósito de casi todo. Y hacemos del propósito otra búsqueda de «experiencia sensible»; una excitación continua.
Sin embargo, hay un lugar en el que no tiene mucho interés para nuestro ego y nuestras insaciables exploraciones de experiencias «wow», y este es el silencio.
El silencio no es un reto para el ego. La sencillez no es un reto para el ego. Así los antiguos y presentes portadores de sabiduría recomiendan silencio, quietud, ayuno.