Sucedió hace un tiempo, no me acuerdo cuándo ni dónde. Era un adolescente y estaba al parecer algo enfermo porque mi corazón latía fuerte.
No recuerdo el lugar. Si tengo claro que su mano estaba apoyada en el escaño de la plaza cerca de la mía. Era hermosa. Tuve curiosidad cómo era una mano distinta a la mía. La cogí y sentí una tibieza tan agradable. Entonces, no sé, si la mano se movió sola o fui yo quien la levantó y la tomé entre las mías. Se quedó allí, como acurrucada.
Mi corazón latió más fuerte aún. Esa hermosa mano se quedó por unos instantes eternos en las mías, cálidas y entregadas a la aventura.
Hace un tiempo, no me acuerdo desde cuándo, ya no está entre mis manos. Se quedó eso sí en mi alma. No sé cómo decirlo. Una sensación de ternura que jamás se ha ido. Quizá siempre estuvo, quizá nació conmigo y por eso, nunca se irá.
A veces el corazón vuelve a latir fuerte, sin embargo, no está enfermo.