El Parque Cousiño
Antes que existiera el Parque Cousiño propiamente, esta área era una extensa explanada polvorienta, que alguna vez había sido un campo de labranza de verduras y legumbres, pero de ello sólo quedaban zanjas y zarzamoras, denominándose a comienzos del siglo XIX indistintamente con el nombre de «Llano» o «Pampilla».
A esta área se volcaba la población en septiembre para gozar del tibio sol primaveral, encumbrar volantines y participar en las maniobras militares que recordaban cada nuevo aniversario patrio. De ello nos ha quedado un testimonio gráfico en el cuadro pintado por Mauricio Rugendas (1802 –1858) mostrando la llegada a La Pampilla del Presidente Don Joaquín Prieto, mientras el pueblo baila cueca y bebe chicha y chacolí en improvisadas y concurridas ramadas.
Como parte del lugar se empezó a utilizar para adiestrar a los cuerpos de milicias de la ciudad y, después, para impartir instrucción militar a los soldados que deberían luchar por la independencia nacional y continental, se le denominó «Campo de Marte».
Durante el gobierno del general Don Manuel Bulnes, el estado adquirió 140 cuadras que pertenecían a los señores Francisco Vergara, José Santiago Montt, Vicente Ovalle y Francisco Cortés, por escritura del 20 de enero de 1845, otorgada ante el notario don Gabriel Muñoz en la suma de $ 73.610.
El amplio terreno se extendía después el camino de cintura por el norte, el Zanjón de la Aguada por el Sur, San Ignacio por el Oriente y el Callejón de Padura por el Poniente. En ese predio comenzaron a instalarse, muy pronto, la Escuela Militar, el Parque General del Ejército, el Cuartel de Artillería, el Presidio Urbano, la Penitenciaría, la Fábrica de Cartuchos, la Quinta del Instituto Nacional y otras instituciones. El resto del terreno, 88 hectáreas limitadas por cuatro callejones que después fueron las avenidas que el Intendente Vicuña Mackenna denominó Tupper, Rondizzoni, Viel y Beaucheff, en recuerdo de cuatro distinguidos militares extranjeros de la época de la independencia, quedaron dedicadas al Campo de Marte.
Durante el período presidencial de don Joaquín Pérez, el 20 de enero de 1870, se dictó un decreto por el que se convenía la entrega de este terreno a don Luis Cousiño Squella, hijo del gran empresario don Matías Cousiño. Don Luis había nacido en Santiago en 1835, y se había educado en el Instituto Nacional y después en Europa donde había admirado los grandes parques como el Bois de Boulogne, Vincennes, Hyde Park y algunos italianos. De regreso de Europa, al fallecer su padre en 1863 heredó su gran fortuna, que quiso compartir con sus connacionales.
En enero de 1873, don Luis Cousiño Squella propuso al gobierno donar el parque a la ciudad, con la sola excepción de una elipse de 690 por 440 metros que se dejó para las maniobras y desfiles militares. Con este gesto ampliaba los ensueños de Vicuña Mackenna de dar a Santiago grandes pulmones.
Don Luis se dio de inmediato a la tarea y contrató los servicios de un prestigioso urbanista español, don Manuel Arana Borica y, posteriormente, al paisajista Gustavo Renner. Este último había proyectado al parque Macul en 1872, luego con Claudio Vicuña realizaban el parque Bucalemu en 1875, y construía el parque Santa Rita entre 1882 y 1885, diseñaba los parques Callejones, Graneros y Lo Aguila en 1890, e intervenía en el parque de doña Manuela Subercaseaux.
Don Luis dirigió personalmente los trabajos, que correspondieron: una red de caminos de más de ocho kilómetros, un lago artificial de más de 30.000 metros cuadrados, con sus islas y tres puentes, don casas para jardineros y dos viveros, de una cuadra cada uno. Además se plantaron 60.000 árboles entre los cuales se contaban olmos, acacios y fresnos, y plantas de numerosas especies, más 40.000 que se conservaban en barbecho.
Se construyó un restaurante para atender a los visitantes, un pabellón para la música y una balaustrada de madera que bordaba el lago por un costado. Dos grandes y hermosas portadas de hierro forjado, fundidas en Francia, daban acceso al recinto. Por último don Luis costeó los uniformes, que se encargaron a Francia, para 25 guardabosques, y cuatro carretones con todas sus herramientas.
El contratista del Parque fue el inglés Warthon Peers Jones, quien antes de llegar a Chile había pasado por Panamá y Perú y también había estado en la India, lo que se dio a conocer por la publicación de su diario.
Warthon Peers Jones empleó ochenta trabajadores para construir el Parque, pero durante la guerra con Perú los reemplazó por 150 prisioneros peruanos. La revolución del 91 lo encontró en Londres y fue comisionado para viajar a París para impedir que el gobierno francés reconociera a un enviado del régimen depuesto.
El diseño del Parque Cousiño se basaba en los parques franceses del Segundo Imperio.
Don Luis Cousiño Squella no alcanzó a ver su obra terminada, pues falleció a los 38 años, en la plenitud de su vida, en Chorrillos, cerca de Lima, el 19 de mayo de 1873. El Intendente de Santiago, don Benjamín Vicuña Mackenna había recibido el Parque el 2 de enero de ese mismo año, al que se dio el nombre de su creador, en sesión municipal del 13 de mayo, es decir, seis días antes de su muerte.
Martín Domínguez V.
Revista Urbanismo de la Universidad de Chile
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