Nuestra mente no percibe la realidad tal cual es. No la percibe completa tampoco, porque es una cantidad de información tan enorme que no podríamos procesarla. Estamos preparados para filtrarla conforme al interés que tengamos en el momento y según las motivaciones que tengamos.
Por este motivo cuando mantenemos en la mente una idea por varios días nos encontramos con coincidencias y con sincronicidades. Pareciera que justo se nos presentaran personas o acontecimientos relacionados. En realidad, siempre estuvieron ahí, sólo que ahora nuestra mente se focaliza en ellos.
Por eso “atraemos” pensamientos similares y personas relacionadas con este tipo de pensamientos. Si pensamos de manera constructiva, atraemos lo positivo. Si pensamos de manera negativa, atraemos lo perjudicial para nosotros.
En su libro ‘Secrets of the Millionaire Mind’ (‘Secretos de la mente millonaria’) T. Harv Eker, que amasó una fortuna con su propio esfuerzo, identifica un hábito diario aparentemente inofensivo que es común entre las personas corrientes y que los millonarios evitan: quejarse.
«Quejarse es lo peor que uno puede hacer para conservar la salud o aumentar su riqueza», dice Eker.
Eker explica que cuando nos quejamos nos estamos centrando en lo malo de la vida, y aquello en lo que nos centramos tiende a expandirse. «Lo semejante atrae a lo semejante», observa el millonario. «Cuando nos quejamos lo que estamos haciendo es atraer ‘basura’ a nuestra vida». Esto deja muy poco espacio para el crecimiento, especialmente para el crecimiento financiero.
Eker también dice que tan importante como no quejarse es alejarse de aquellas personas que lo hacen constantemente. «La energía negativa es contagiosa», destaca.
«Hay que recordar que los que construimos nuestra vida somos nosotros y que constantemente estamos atrayendo éxito y basura.
Si quieres que te vaya mejor en la vida, te sugiero hacer lo que Eker escribe. «¡Es imperativo elegir nuestros pensamientos y nuestras palabras sabiamente!». Y agreguemos, elegir también con quien nos relacionamos.