Vivimos en una época en que cada vez se hace más difícil para un hombre manifestar aprecio a una mujer sin que se mal interprete.

Han tenido que pasar 25 años para darnos este abrazo. Nos han separado más de 8.600 kilómetros (5,280 millas) en línea recta. Pero el cariño que nos tenemos ha permanecido intacto.
Nuestro espíritu no tiene límites de espacio y tiempo como el cuerpo físico. Son de dimensiones distintas. Esta realidad en nosotros es lo que nos distingue de otras especies vivas.
Momentos como este son bellos hitos en mi camino de vivir más feliz intentando compartir el aprecio por la vida con las personas de buena voluntad con quienes me cruzo en mi trayecto.
Las opiniones perversas de los demás nunca me han importado y menos en esta etapa de la vida. Así que comparto no más estos abrazos. Gina pronto regresa a su país y encuentro poco probable que esté para abrazarla cuando venga en 25 años más.
Nunca sabrás si tendrás otra oportunidad de agradecer o manifestar aprecio a una persona. Te sugiero que cuando te la encuentres, te atrevas a expresarlo. Nunca se sabe…