2008

Muy triste noticia

Muy triste noticia. Don Patricio Varela Silva, el destacado locutor que me abrió las puertas a la radio, que ayudó a que nuestro instituto CIRCULO ALEPH fuera más conocido, con quién estuve 20 años en Radio Portales, ha fallecido este mes de junio.

Jamás te olvidaré y te tengo siempre en mi alma. Eternamente agradecido.

Auditores fieles

Por muchas décadas mantengo contacto con fieles auditores de mis programas de radio. Aunque dejé de hacer radio en 1995, muchos siguen en contacto ahora a través de las nuevas plataformas de internet. ¡Es un honor para mí!

Me llegó este escrito:

    Hace muchos años llegé a conocer al Señor Valdivia justo en Valdivia cuando él hizo un viaje. Por eso me gustaría seguir aprendiendo sus técnicas y quisiera adquirir las revistas "Ser Feliz".

    De antemano muchas gracias.

    Elke Sghlafer Osenburg, Valdivia, Chile.

Viajaba cada cierto tiempo a la ciudad de Valdivia a participar en vivo de mi programa «Círculo Dominical» en la Radio Torremolinos. Semana a semana salía un programa grabado y cada mes hacía uno en directo viajando 850 kilómetros.

En el oriente boliviano

Me gusta viajar, no tanto por los lugares, que en mi país hay muy hermosos y muy variados; sino que por la gente que se conoce, otros puntos de vista, lenguaje distinto. Es hermoso vivir la experiencia que todos somos seres humanos y que las fronteras y límites son algo artificial.

Escuela de Líderes

Este año participo en Santo Domingo, República Dominicana, de la Escuela de Líderes con Experiencia de Lationamérica y el Caribe.

Aquí haciendo una representación teatral tipo comedia de nuestras ideas.

Me gusta viajar, no tanto por los lugares, que en mi país hay muy hermosos y muy variados; sino que por la gente que se conoce, otros puntos de vista, lenguaje distinto. Es hermoso vivir la experiencia que todos somos seres humanos y que las fronteras y límites son algo artificial.

En Santo Domingo, Rep.Dominicana, compartiendo con un amigo de muchos años.

21 de noviembre 2008

Una brisa amarilla

Creo que en el universo no existe la separatividad, que todo está ligado de alguna manera que no alcanzamos a comprender por las propias limitaciones que creamos en la mente.

Parece que tú sabías que no me gustan las aves encerradas en una jaula. Que me gusta que sean libres y verlas cantando en los árboles, corriendo por los jardines buscando semillas o suspendidas en el aire libando el néctar de las flores.

Por eso la única manera de tener una avecita dentro de la casa era que tú nos adoptaras. Llegaste mientras regaba el jardín, todo maltrecho, hambriento y sediento. ¿Y qué iba a hacer? Si te dejaba, ibas a morir. Así que compramos una jaula grande para que pudieras, al menos, volar dentro de ella. Eras de un amarillo tan brillante, que te pusimos Apolito, por el dios griego representado por el sol.

Alegraste nuestros días con tus cantos y trinos. Aprendí que aunque eras una criaturita tan pequeña e indefensa, nos reconocías perfectamente. Bastaba para que me acercara y volabas de palo en palo, frotando tu piquito para demostrarme tu cariño. Y cuando te decía “muéstreme su lengüita”, parecías entender y lo hacías.

Era tan relajarte verte saltando a tu cajita de semillas, de allí a un trozo de manzana que comías cuidadosa y ordenadamente. Y qué feliz te ponías cuando ponía a tu disposición una gran hoja de lechuga. ¿Cuántos canaritos se comerán esta enorme hoja?, te preguntaba. La respuesta era obvia: tú solito.

Comenzaste a decaer rápidamente pese a nuestros esfuerzos y remedios. El rayito de sol que siempre fuiste se fue apagando. Como toda criatura de la naturaleza, sabías que tu fin llegaba. Simplemente, sin mayor drama, te acurrucaste serenamente y esperaste el fin, con la mirada vuelta hacia el infinito a donde regresabas.

Tuviste que vivir en un espacio reducido, porque este no era tu mundo. ¡Cuánto te entiendo! Yo tampoco soy de este mundo y quizás por eso me elegiste. Pronto también dejaré esta jaula a la cual tratamos de adaptarnos lo mejor posible, sabiendo que nuestro hogar está más allá de este espacio y tiempo.

Estoy feliz porque te dimos amor y cuidados haciendo tu vida placentera. Estoy contento porque alegraste un poco más nuestros días. Estoy gozoso porque ahora vuelas libre y sin ningún obstáculo de por medio.

Pero aún así, algunas lágrimas corren por mis mejillas. Es que la alegría no puede vivirse ni entenderse sin la tristeza.

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