1952

Continuidad de la vida

Es curiosa mi relación con lo antiguo. Por una parte parezco recordar una vida inmediatamente anterior. También me es fácil proyectarme al futuro. Por otra parte, me gusta mucho refugiarme algún rato en el tercer piso de la casa donde habito. Sí, es una casa inmensa. En realidad, es como un castillo. Se denomina casa-quinta. (Viajando al futuro, me entero que esta casona será la sede de la Facultad de Bibliotecología de la Universidad de Chile. ¡Curioso! Bibliotecas y libros ya están en mi destino! Mi habitación es y será sala de lectura.) Y en este tercer piso las empleadas de servicio de la casa se reúnen para planchar, conversar un poco y escuchar radio. ¡Incluso, poniendo música del recuerdo! Es casi mágico subir la estrecha escalera de madera a ese sector. Las paredes están cubiertas por maderas de caoba y los peldaños crujen a cada paso, anunciando los efluvios de ropa húmeda, vapores de agua, olores de jabón y de mujeres que parecen disfrutar esos momentos. En días o atardeceres de lluvia y tormenta, parece la entrada a otra dimensión del espacio y el tiempo. Así que me familiarizo con la música, los libros y las revistas de las décadas de los 20, 30 y 40.

Esto me prepara para tener una visión muy amplia de la vida y aprender a profundizar la explicación de los hechos por su contexto histórico. Aprendo a apreciar la lectura en todos sus estilos y la música en toda su variedad. Todo esto servirá mucho, sin duda.

Curiosidades

En mis años de universidad, tendré una amiga cercana que estudia Bibliotecología. Un día me invita a que nos juntemos en su Facultad. Cuando voy, no puedo creerlo. ¡Era mi casa, el living con su chimenea donde la familia se juntaba a jugar naipes, la amplia escalera, un escondite secreto donde yo me refugiaba sin que nadie supiera… mi pieza! ¿Sería tanta mi energía como para atraer las circunstancias para volver allí y seguir unido a bibliotecas y libros? Lástima que mi timidez, ignorancia, falta de orientación e inseguridad que tenía, no me permitieron darme cuenta que yo le interesaba a ella y que pude tener una relación de pareja. Hay que avanzar bastantes páginas de vida para encontrarme habiendo superado todo esto.

Olor inolvidable

Blanca, la nana, ha sido la única persona que algo de aprecio me dedicaba. Recuerdo perfectamente que era la encargada de levantarme, de acostarme, de lavarme. Recuerdo que me explicaron que ella era de un pueblo llamado “Las Cabras”. Años después la iría a buscar, pero sin resultados positivos.

Le pregunto a la nana de la casa porqué la gente miraba revistas y diarios, y me explicó lo de leer. Me pasó un silabario y me dijo que lo que había debajo de cada dibujo era la palabra que significaba el dibujo. No sé cómo, pero aprendí a leer y a escribir rápidamente. Escribía con letra de imprenta porque no conocía otra cosa. A partir de ahí se me abrió el mundo.

A ella la quise mucho. Unos pocos años antes la recuerdo dándome leche de sus pechos. No directamente, pero se la sacaba delante mío y me la ofrecía en un vasito. Todo esto cuando nadie estaba cerca. Emanaba un olor delicioso.

Poco tiempo después a ella la devuelven al campo de donde venía y nunca más la veré. Y pasarán años antes de enterarme que ella, en realidad, era mi madre.

21 años más adelante. Quema de libros por parte del Ejército de Chile al comenzar la dictadura en 1973.

Muy cerca de la Biblioteca Nacional.

Foto de este año 1952 de Margot Loyola con Violeta Parra, tal vez las dos más grandes folcloristas del país.

En el futuro, compartiré con Margot y me tomaré unas fotos con ella. ¡Nunca se me ocurrio fotografiarme con Violeta con quien también estaré unos años más adelante!

Aviso en el diario «La Nación»

No me gusta

No sé por qué, pero no me gusta la «Orange Fanta» (creo que nunca me gustará). Esta botella de vidrio café sí me gusta. Uno puede hacer pasar un cuchillo a lo largo y hacer música.
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